"La vida es una cosa Tan llena de salud maravillosa Es un regalo de placer tan fiero Es un juego tan útil, tan demente Que ya he vuelto a creer absurdamente Porque dijiste nada más: te quiero."

Carrilda Oliver Labra

"Contigo todo tiene nombre"

Félix Grande

"Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado y las palabras no guarecen, yo hablo"

Alejandra Pizarnik



lunes, 12 de abril de 2010

De las diferencias en la estructura cerebral y el papel de las mismas en la evolución humana.

Los grandes espíritus han encontrado siempre violenta oposición por parte de las mediocridades. Éstas no pueden entender que un hombre no se someta irreflexivamente a los prejuicios hereditarios y use honrada y valientemente su inteligencia.


Albert Einstein

La capacidad del cerebro humano es difícilmente mensurable. Podemos hablar de un valor porcentual sobre el uso de dichas capacidades de la mente, pero se trataría de una abstracción difícil de contrastar. Sin embargo esto me provoca una reflexión sobre la estructura y los límites de la mente humana. Si partimos de los conocimientos de un hombre de hace un millón de años y los comparamos con los del hombre actual, aparentemente la diferencia es abismal. Pero se puede materializar con sencillez como un diferencial respecto a los contenidos. Si este hombre primitivo utilizaba, pongamos por ejemplo y considerando esto como una mera especulación, un 2% de su capacidad cerebral y el hombre medio moderno utiliza un 13%, este dato podría utilizarse como una muestra evidente de la evolución de la raza humana. Esta cadena de razonamiento me dirige hacia nuevas reflexiones. Hago notar que estoy dando valores numéricos especulativos, sin base científica real, pero los considero lo suficientemente representativos para explicar mi teoría. En primer lugar, si actualmente usamos el 13% y teniendo en cuenta que este uso de la capacidad cerebral tiene una tendencia al alza si tomamos como referencia el desarrollo tecnológico, científico, social y filosófico, esto significaría que nos queda un 87% de capacidad restante. Lo que me lleva a concluir que, si no se invierte la tendencia anterior, cosa que dudo debido a la dilatación en el tiempo del desarrollo de la especie humana, el hecho de que alcancemos el límite de nuestra capacidad intelectual es una cuestión de tiempo, cuya fecha podría ser calculada matemáticamente con los datos adecuados.
En segundo lugar me lleva a tratar el tema de la estructura de la mente y sus procedimientos para adquirir nuevos conocimientos, y teniendo en cuenta que estos no son el único aspecto que pondero en cuanto al uso de la capacidad cerebral. Me pregunto si estos procedimientos han cambiado en los dos millones de años de evolución de la especie. Me explico. El progreso en el pensamiento humano, desde los inventos tecnológicos a las corrientes intelectuales, está motivado por grupos concretos, cuando no directamente por individuos particulares, que dedican su esfuerzo y su capacidad a la mejora, al avance de los sistemas anteriores, rechazando los dogmas establecidos, fundamentalmente porque con ellos a cuestas difícilmente pueden dar el siguiente paso. Soy consciente de adentrarme en un terreno peligroso al atribuir a la raza humana una dirección, cuando hay pruebas abundantes de lo errático del progreso y de lo frecuentemente que las generaciones de hijos retroceden respecto a las de los padres. Y soy así mismo consciente de la relatividad de los términos avance y retroceso, pero concedamosles el valor provisional que les atribuyo en función a un inconsciente colectivo igualmente resbaladizo. Con esto en mente, continuemos con mi teoría. A estos grupos o individuos, llamemoslos A, capacitados para librarse de las reglas del sistema anterior y adentrarse en nuevos territorios del pensamiento, esgrimiendo únicamente la fuerza de su razón, sin defenderse tras ninguna creencia establecida; los persiguen invariablemente una gran parte de la sociedad, creyente en los antiguos sistemas y preceptos. Los persiguen de forma violenta o pacífica, ya ignorándolos, ya coaccionándolos para que vuelvan al redil y desprestigiándolos en cada caso, despojándolos de credibilidad respecto al resto de la sociedad. Me pregunto entonces que diferencia estructural, y especialmente sobre la existencia de esta diferencia, hay en la mente del grupo A respecto al B, el de los perseguidores.
Con sus avances el grupo A genera nuevos conocimientos que ocuparán ese porcentaje de nuestra capacidad cerebral del que hablábamos. Al mismo tiempo, con la fuerza de la evidencia y la verdad de sus conclusiones, el grupo B acabará aceptando e incorporando estos nuevos conocimientos a su cerebro, aunque cueste más o menos generaciones. Se suele dar que los individuos del grupo A, después de someter sus capacidades al esfuerzo de alcanzar nuevos horizontes, ya sea por cansancio o por una limitación propia de su estructura mental, acaban formando parte del grupo B. Y lucharán, levantando nuevas barreras a las generaciones más jóvenes, dando el mismo trato que ellos recibieron. Son del tipo de personas que dicen: "Se puede ir hasta allí, pero no más allá." Algunos individuos del grupo A seguirán buscando hasta su muerte y serán despreciados incluso por sus antiguos colegas, estancados en sus avances.
Mi reflexión no alcanza ninguna conclusión. Tan sólo plantea la pregunta de si realmente existen estas diferencias estructurales, de si se podría probar científicamente, ya que la observación de la conducta humana tal y como he desarrollado, nos inclina a pensar que existen. Si se tratan de diferencias derivadas de un conductimo social o debidas a una predisposición biológica y genética, son cuestiones que tan sólo el análisis científico puede desvelar. Respecto al punto sobre los límites absolutos de la capacidad cerebral humana, ese tema daría para otro ensayo.

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