"La vida es una cosa Tan llena de salud maravillosa Es un regalo de placer tan fiero Es un juego tan útil, tan demente Que ya he vuelto a creer absurdamente Porque dijiste nada más: te quiero."

Carrilda Oliver Labra

"Contigo todo tiene nombre"

Félix Grande

"Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado y las palabras no guarecen, yo hablo"

Alejandra Pizarnik



jueves, 8 de abril de 2010

¿A qué huele una flor de metano?


A: No. Y además te callas. [Hablando con su gato mientras abre la puerta.]

B: Me parece que hemos empezado con mal pie. Me interesaría vivamente revisar su caldera.
A: Vaya, parece usted uno de esos que filosofan y no saben para qué, ni siquiera porqué. No le culpo. En fin, pase. Adelante.
B: Gracias. ¿Me podría servir un poco de café? Con mucha leche, mucho azúcar y casi nada de café. Manías de mi abuela. ¡Uf! Me parece que tiene un verdadero problema en marcha, su caldera funciona perfectamente.
A: Eh... Sí, ¿no? Esto... Entonces no le debo nada, ¿o sí?
B: Todo lo contrario, me debe mucho. En primer lugar me pregunto porque no huelo ese delicioso café que me debería estar preparando. Y en segundo lugar esta avería podría acarrear consecuencias desastrosas para el edificio. En esta casa hay bastantes vecinos, ¿no?
A: Tengo estropeada la puta cafetera. De todas maneras, podría usted haberlo tomado en el bar de la esquina.
B: La doblé sin verlo. Me parece una excelente noticia que la cafetera esté estropeada. Contrarresta parcialmente el pernicioso efecto de esa novedosa caldera funcionando a pleno rendimiento.
A: ¿Quiere usted que le de el teléfono del conserje? ¿O del administrador de la finca? Leolo, deja de sobar al señor.
B: No se preocupe por el gato, ¡gato! Mejor que los teléfonos si pudiera deslizarme amablemente un martillo de cabeza metálica, eso me ahorraría mucho trabajo.
A: Tenga. ¿Es esto? Nunca se me han dado muy bien los hombres, especialmente los que dan portazos.
B: Justo, este es perfecto. [Empieza a golpear tranquila y contundentemente la caldera.]
A: ¿ALGO MÁS? Debería ducharme.
B: Esto ya está. Ahora el edificio es mucho más seguro. Puede ducharse desde luego, yo le dejo el martillo aquí encima y me marcho con la buena de Dios.
A: Muy bien. Ahora págueme los desperfectos. Espere un momento. [Suena el móvil, lo coge.] Te he dicho que no quiero saber nada de eso. [Pausa.] Sí, por la primera a la derecha. [Pausa.] Tiene diarrea. [Pausa.] Pues te encargas esta vez tú. [Pausa.] Sí, no. Bueno, más o menos sola. [Pausa.] Lo de siempre, millón y medio para cada uno, adiós. [Cuelga.]
B: Me voy. Adiós. [Se dirige hacia la puerta.]
A: Oiga. ¡Oiga!
B: Aquí estoy a su servicio, dígame.
A: Estoy fatal de la espalda
B: Muy bien. Adiós. [Cada vez está más cerca de la puerta.]
A: Los jodidos desperfectos, ¿quién me lo va a pagar?
B: No entiendo, ¿qué desperfectos?
A: Usted y su puto martillo. Joder, y estaba hablando del ruido.
B: El martillo es suyo.
A: Que me pague. Los desperfectos. Y los desperfectos de los que hablo los tenía usted delante de sus narices. Me ha jodido mi preciosa caldera.
B: Hace un momento no parecía tan atribulada por el valor estilístico que su calentador de agua aportaba a la casa. Me parece que ahora las cosas están mucho mejor. No puedo hacer nada más por usted, creo que me debería dar las gracias. Pero bueno, Dios revuelve el río y hay quien coge peces.
A: Espere, lleguemos a un acuerdo.
B: ¿Está intentando sobornarme?
A: No por Dios.
B: Ni por la Virgen espero.
A: No, no, por Dios.
B: Mmm...
A: Bueno, ¿quiere sentarse a tomar algo?
B: No, tengo muchos edificios que revisar hoy.
A: Bueno, me voy a duchar. Adiós.
B: Mmm... [Sale por la puerta.]

Escrito colaborativamente entre María de Santiago y Jesús Sard.

1 comentario:

  1. jajajajaja. Surrealista, fantástico. Quiero conocer a ese manitas, le necesito urgentemente para que me haga unos arreglos. Y echad al gato de casa, por dios, pondrá la caldera perdida.

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